Motivando al desmotivado: Estrategias de motivación para estudiantes apáticos
Los maestros, tutores y padres sabemos bien que los estudiantes con pobre motivación y apáticos (indiferentes) representan un problema de proporciones epidémicas en nuestros salones de clase, en particular, en los grados más altos. Una pregunta que ronda la mente de muchos educadores es, ¿Qué podemos hacer para motivar a un estudiante reacio a aprender, o para motivar a un estudiante con pobre autoconfianza y que se siente incapaz de desarrollar destrezas académicas, aunque tenga las habilidades para aprender? El segundo tipo de estudiante es conocido en la literatura educativa como un niño con “learned helplessness” o un estudiante con “impotencia para aprender”. Impotencia NO es incapacidad. “Learned helplessness” no es un problema de aprendizaje, sino un problema de actitud; el estudiante puede aprender, pero siente y cree que no puede hacerlo. La actitud negativa del estudiante a su vez deprime su motivación. Ambos tipos de estudiantes necesitan estrategias motivadoras que añadimos a su currículo cuando buscamos que el estudiante progrese. Una estrategia motivadora fácil de usar con estos estudiantes es elogiar el esfuerzo o “effort praise”. En pocas palabras, así es como funciona:
- Tu matemáticas mejora cada día.
- Me gusta ver como perseveras con ese problema de división.
- Verdaderamente te estás esforzando/concentrando hoy.
- Lo importante es que trates lo mejor que puedas.
- Admiro el esfuerzo que pusiste en el ensayo.
- Este es el trabajo más nítido que te he visto hacer en mucho tiempo.
- Me encanta verte haciendo tu trabajo.
- Asegúrense de que el estudiante entiende la conexión entre esfuerzo y éxito académico. Los estudiantes que entienden la importante conexión esfuerzo-logro académico tienden a reaccionar a las tareas académicas difíciles, así como a las experiencias sociales retadoras, con menos estrés, menor frustración y con expectativas positivas hacia el resultado.
- Asegúrense de definir “esfuerzo” correctamente, explicándole al estudiante que esfuerzo significa usar su tiempo de estudio de una manera efectiva. El simple hecho de “tratar más fuerte” (ejemplo, completar 10 ejercicios de división larga en lugar de tres), por más tiempo (ejemplo, practicar la división larga por tres horas consecutivas en lugar de rutinas no mayores de 45 minutos) o desperdiciar tiempo en prácticas improvisadas —sin objetivo ni plan— no es esfuerzo efectivo. Esfuerzo efectivo es estratégico, esto es, enfocado en la aplicación de estrategias de aprendizaje. Simplificando, “tratar duro”, pero de una manera efectiva, es lo que conduce al éxito académico.
- Cuando la estrategia de aprendizaje que la estudiante utiliza no trae los resultados esperados, le decimos a la niña que trate una estrategia o un procedimiento diferente. Esto se conoce en inglés como “strategic effort attributions” o atribuciones de esfuerzo estratégico. Los estudiantes que hacen atribuciones dirigidas a su esfuerzo, en lugar de a sus habilidades, aprenden a percibir sus dificultades académicas como un problema que pueden resolver; buscar la manera apropiada de estudiar se convierte en su foco de atención.
- Cuando enseñamos el uso de atribuciones de esfuerzo estratégico a un estudiante apático o desmotivado, o a un niño que ya expresa impotencia para aprender, podemos debilitar la percepción negativa de que sus problemas académicos nacen de falta de habilidad o poca inteligencia. Un estudiante que dice, “¡Soy bruto! ¡Nunca voy a aprender esto!” está atribuyendo la dificultad académica a una deficiencia en su carácter. Por otro lado, el estudiante que dice, “Si hubiera estudiado por más tiempo no habría sacado 72 en este examen” está atribuyendo su bajo rendimiento a su pobre esfuerzo; practicar mejor es lo que este segundo estudiante necesita, su autoestima queda intacta. La realidad es que una gran cantidad de los problemas para aprender en los niños se derivan de no aplicar estrategias de aprendizaje y de usar procedimientos equivocados. Para ajustar el enfoque del estudiante desmotivado nada es más efectivo como decirle, “Si la estrategia que estás usando no funciona, deja de hacer lo que no funciona y cambia a una estrategia o a un proceso diferente”. Como ejemplo, hacerle saber al estudiante que, “Si tres horas consecutivas de estudio no te ayudan, cuatro horas haciendo lo mismo tampoco te van a ayudar. Mantén tu tiempo de estudio razonable (ejemplo, dos horas), pero hazlo de manera diferente. No sigas tratando de memorizar directamente del libro de ciencias; añade gráficos (nueva estrategia) y haz dibujos de los distintos conceptos (nueva estrategia) para que te ayuden a comprender el material y a retenerlo en tu mente”.
- De una manera explícita, enseñen a los estudiantes cómo resolver sus contratiempos en la escuela pensando en estrategias. Por ejemplo, preguntarse, “Esto no me está funcionando. ¿De qué otra forma lo puedo hacer?” Similarmente, el estudiante se pregunta, “¿Cuál otra estrategia podría usar aquí?".
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