Cuando enseñamos estrategias de aprendizaje a nuestros alumnos, los empoderamos




Siempre que hablamos de enseñar (maestro) y de aprender (estudiante), tenemos que tomar en consideración ciertos aspectos que se necesitan entre sí para que la relación enseñar−aprender sea exitosa. La habilidad de cada alumno para aprender depende fundamentalmente de la capacidad del niño para: (a) percibir con exactitud los estímulos a su alrededor, (b) distinguir lo relevante de lo irrelevante, concentrándose en lo relevante y (c) recordar lo que acaba de percibir, transfiriéndolo de su memoria a corto plazo a su memoria a largo plazo. Cualquier dificultad en uno o más de estos pilares del aprendizaje fractura la habilidad del niño para aprenderse el material bajo estudio. Desde su base o pilares del aprendizaje hacia arriba, los maestros podemos enseñar procedimientos específicos a nuestros estudiantes ―ya sea en la forma de estrategias de aprendizaje o su equivalente técnicas de estudio― para facilitar, establecer y mantener un ambiente óptimo de aprendizaje en el cual todos nuestros estudiantes puedan desarrollarse y crecer. De manera más específica, al mismo tiempo que les estamos enseñando contenido, les explicamos a nuestros alumnos lo que pueden hacer para aprenderse ese contenido o «cómo» aprenderse el material. Las estrategias de aprendizaje son esenciales para que los niños evolucionen como estudiantes más efectivos, ayudándolos a sobrepasar sus áreas débiles o vulnerables para apoyarse en sus fortalezas y competencias. Hablemos un poco de sus características para entonces identificar cómo enseñarlas.

En términos amplios una estrategia de aprendizaje se define como la manera particular en que cada individuo (alumno) organiza y usa un conjunto particular de destrezas o habilidades personales de manera de aprenderse un contenido o para poder realizar ciertas tareas. En su definición más simple, la estrategia de aprendizaje no es otra cosa que la manera particular en que el individuo completa la tarea que tiene frente a sí. Es posible que ya hayamos escuchado sobre este concepto dentro de la categoría de aprender a aprender o aprender a pensar. Lo cierto es que, para facilitar el aprendizaje de nuestros estudiantes, los niños necesitan reconocer cuando entienden o no entienden algo, y cuando necesitan más ayuda o información. En otras palabras, para poder aprenderse un contenido, nuestros estudiantes necesitan saber hacer las preguntas correctas respecto a ese contenido. Otras aptitudes, habilidades o capacidades que afectan (facilitando o inhibiendo) la habilidad de los niños para aprender son:

  • Autorregulación. Básicamente, la autorregulación envuelve la habilidad para regular o ajustar nuestra propia conducta, emociones y pensamientos para lograr alcanzar un objetivo o metas más altas. Un ejemplo básico sería entender lo que nos puede ayudar a calmarnos cuando nos sentimos ansiosos o agitados (ejemplos: escuchar música suave o dibujar). A un nivel más elevado, el individuo autorregulado aprende a posponer lo que lo satisface en el momento para lograr una gratificación a largo plazo y más duradera. Este es uno de los aspectos emocionales del aprendizaje sin el cual no podemos funcionar de manera eficaz. A los niños con pobre habilidad para autorregularse se les conoce como niños impulsivos.
  • Autoeficacia. Popularizado por el psicólogo Albert Bandura, en este concepto se hace referencia a la percepción o creencia del estudiante en su capacidad o habilidad para alcanzar su propósito en acuerdo a sus acciones o las cosas que hace. Si existe un concepto de gran impacto para entender a nuestros estudiantes con pobre motivación, la autoeficacia es ese concepto. Específicamente, nuestros estudiantes con alta autoeficacia se creen capaces de lograr lo que quieren lograr («Si lo intento, lo logro»). Al mismo tiempo, su compañero de igual habilidad y destrezas, pero con pobre autoeficacia no se cree capaz de lograrlo porque para ese niño SUS ACCIONES NO CUENTAN. («No vale la pena que lo intente. Comoquiera me va a salir mal»). Para un niño con pobre autoeficacia, no importa lo que haga o intente (su esfuerzo), no lo logrará. Ni que decir de la enorme influencia que su sentido de autoeficacia tiene en las metas, acciones y logros de nuestros estudiantes.
  • Autoestima. Enlazado a la competencia percibida o autoeficacia del estudiante, una autoestima saludable es necesaria para que nuestros estudiantes se tomen riesgos y para que puedan «rebotar» (recuperarse) cuando las cosas les salen mal. Niños con pobre autoestima, en particular, evidencian menos interés por aprender, evitan los riesgos (abandonando sus tareas rápidamente) y su habilidad para enfocarse y concentrarse desmerece. La autoestima positiva, por otro lado, se considera una pieza esencial del éxito académico.
  • Metacognición o la habilidad para pensar sobre nuestro propio pensamiento. Aquí estamos hablando de esos procesos del pensamiento que todos usamos para planificar, supervisar y evaluar tanto nuestro entendimiento como nuestra ejecución. Un alumno metacognitivo es un alumno empoderado, con capacidad plena para entenderse y evaluarse a sí mismo como pensador y como estudiante.

En una quinta pero igualmente importante posición aparece la cada vez más valorada habilidad para hacerse preguntas. Como ya señalamos, para poder aprenderse el material bajo estudio nuestros niños necesitan saber hacer las preguntas correctas. Con buenas técnicas para preguntar nuestros empoderados estudiantes aprenden a usar (a) pensamiento divergente para producir las preguntas, (b) análisis o separación de las partes para conocer los elementos y principios del todo, (c) pensamiento convergente para arribar a conclusiones, (d) trabajo en equipo para establecer prioridades y (e) metacognición para reflexionar sobre su propio aprendizaje.

Cómo enseñarlas

Básicamente, la enseñanza de estrategias consiste en enseñarles a los niños cómo aprender. No es suficiente con enseñar un contenido; lo cierto es que los niños necesitan estrategias que los ayuden a ganar acceso o adquirir la información (p. ej. cómo hacer preguntas), organizar y recordar la información (ejemplos: cómo tomar notas, preparar listas de cotejo o usar mnemónicos) y expresar la información, resumiéndola o sintetizándola (ejemplos: cómo preparar un bosquejo, una línea de la vida o un diagrama).

 Lo primero que tenemos que hacer es, mientras completamos una tarea específica (ejemplos: leyendo críticamente de un texto, completando un problema matemático o escribiendo un ensayo de cuatro párrafos), y de manera explícita, presentamos la estrategia que vamos a usar. Esto es, «pensando en voz alta», modelamos ambas: nuestra toma de decisiones (porqué escogemos una estrategia en particular) y el proceso o pasos en su secuencia correcta. De esta manera, «hacemos nuestro pensamiento visible» para que los estudiantes puedan ver y escuchar cómo se hace. Identificándola por su nombre les explicamos a los estudiantes cómo esa estrategia de aprendizaje nos puede ayudar a organizar, recordar, entender o aplicar la información (Todos elementos relacionados e influenciándose entre sí). Es conveniente que nuestros alumnos nos vean cometiendo errores para que evidencien que, con la estrategia adecuada todos los errores se pueden arreglar; por ejemplo: «Mhh… Esto no salió como yo lo esperaba. A ver… ¿Qué otra cosa puedo hacer aquí?». Por último, es importante que demos a los estudiantes múltiples y variadas oportunidades de poner en práctica estas destrezas. Este NO es un proceso que lo enseñamos una vez y después lo olvidamos; nuestra meta debe ser «crear la cultura de la estrategia» en el aula, donde todos los problemas se abordan y se resuelven a través del uso de estrategias. Una vez logramos esto, enseñar estrategias toma menos y menos tiempo cada vez, hasta que fluye fácilmente con muy poca o ninguna interrupción en nuestras lecciones. Las estrategias de aprendizaje son estrategias que nuestros empoderados niños pueden usar a través de toda su vida.

Comentarios adicionales

  • Las estrategias de aprendizaje pertenecen a los estudiantes como las estrategias de enseñanza pertenecen a los maestros. La «actitud estratégica» (la autorregulación de estrategias) le pertenece al estudiante; los maestros podemos enseñar estrategias de aprendizaje, pero son nuestros estudiantes los que tienen que crear el hábito de usarlas. Para ayudarlos a crear este hábito, es importante que los maestros, de manera explícita, distingamos entre nuestras estrategias de enseñanza y las estrategias de aprendizaje de los estudiantes. Ambos tipos de estrategias tienen una misión y cumplen un propósito específico y es importante que nuestros alumnos lo entiendan.
  • No existen estrategias de aprendizaje «buenas» ni «malas» (ni mejores versus peores). Lo cierto es que la mejor estrategia de aprendizaje para un estudiante es la estrategia de aprendizaje que mejor funciona para ese estudiante. Cada estudiante tiene que descubrir por sí mismo lo que mejor le funciona.
  • No existe la estrategia de aprendizaje perfecta, ni la que funciona todo el tiempo en todas las ocasiones. En otras palabras, lo que resultó en una circunstancia puede no ser igualmente efectivo en otra circunstancia. Es por eso que necesitamos desarrollar y reforzar el lenguaje estratégico en nuestras aulas, familiarizando a nuestros estudiantes con diversas estrategias dentro de las cuales pueden escoger, por ejemplo, «Esto no me salió bien. ¿Qué otra estrategia puedo usar aquí?». Cuando nuestros estudiantes se desmoralizan, los apoyamos, preguntando: « ¿Qué cosas has tratado?». Para ayudarlos a identificar estrategias específicas, comentamos: « ¿Has pensado en…?» o « ¿Y qué tal si tratas…?».
  • Es importante que los estudiantes reciban práctica supervisada y frecuente en cómo y cuándo usar las estrategias de aprendizaje que conocen. Seleccionamos tareas que se prestan bien a este tipo de práctica porque representan un problema que los estudiantes tienen que resolver. Entonces, en grupos pequeños de cuatro o cinco miembros, los estudiantes trabajan en resolver el problema (o problemas equivalentes) y mientras trabajan, o al terminar, intercalamos momentos de reflexión donde discutimos las estrategias que se están usando, incluyendo estrategias que se han descartado y que no se están usando. En este tipo de interacción todos escuchamos y todos hablamos. Ahora de lo que se trata es de intercambiar información e ideas, discutiendo y negociando diferentes maneras (posibilidades) de resolver el problema. Aquí, la verdadera enseñanza no está tanto en el producto o resultado, sino en el proceso o procedimiento. Conocidas como estrategias metacognitivas***, en este nivel más sofisticado los estudiantes aprenden a identificar cómo van a abordar el problema, si tuvieron éxito o no y qué cosas hicieron para lograr tener éxito.

***Las que conocemos como «técnicas de estudio» caen dentro de la categoría de estrategias cognitivas. Para poder distinguir entre las dos, ejemplos de estrategias cognitivas pueden ser buscar la idea principal y detalles de apoyo en un texto, hacer dibujos o diagramas del contenido o usar una línea numérica. Una estrategia metacognitiva para ese mismo texto puede ser, preguntarnos: « ¿Entendí lo que acabo de leer? ¿Cómo sé que lo entendí?».

 

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La pregunta pedagógica como base del aprendizaje. ~ Toda enseñanza y aprendizaje descansan fundamentalmente en la habilidad del maestro para hacer buenas preguntas. «Tu banco de preguntas» es una potente herramienta pedagógica que depende primariamente del uso de buenas preguntas en el aula para maximizar el aprendizaje de nuestros estudiantes. Nuestras preguntas a los estudiantes tienen el potencial de mejorar su interés y motivación, por ende, fortaleciendo la ejecución académica de los niños. Las buenas preguntas son la clave para más y mejor adquisición de conocimientos, facilitando el aprendizaje a través de discusiones activas entre los estudiantes. Con buenas preguntas, nuestros alumnos se convierten en pensadores, desarrollando importantes competencias académicas como perseverancia, toma de decisiones y creatividad, entre muchas otras. Son nuestras buenas preguntas las que, con paciencia y diligencia, maniobran a los estudiantes a través del importante proceso del aprendizaje activo, en otras palabras, nuestros estudiantes aprenden a ser metacognitivos, «pensando sobre su propio pensamiento» en orden de contestar, y de hacerse, preguntas que los impulsan hacia el aprendizaje permanente. Las buenas preguntas ayudan a estructurar el pensamiento de nuestros estudiantes. Cuando los estudiantes estructuran su pensamiento, un mejor aprendizaje, estable y significativo, ocurre. «Tu banco de preguntas» da al docente la capacidad de elevar su discurso pedagógico a un nivel óptimo, llevando a nuestros estudiantes a pensar de manera crítica y creativa. La buena pregunta estimula a nuestros alumnos a analizar, a resumir, a sintetizar, a aplicar, a evaluar… Nuestras preguntas son ilimitadas, de la misma manera que las cosas que nuestros estudiantes pueden lograr son ilimitadas. ~ Con nuestras preguntas de propósito guiamos a los estudiantes a definir su trabajo o tarea. Nuestras preguntas de información, por su parte, los fuerzan a escudriñar sus fuentes de información, prestándole particular atención a la calidad de esa información. Las preguntas de interpretación, por otro lado, obligan a los estudiantes a examinar cómo están organizando la información, o cómo le están dando significado a la información. Con nuestras preguntas sobre sus opiniones y suposiciones los llevamos a examinar esas cosas que los estudiantes dan por sentado. Las preguntas de implicación los obligan a seguir el curso de su pensamiento para reconocer en qué dirección va su pensamiento. Nuestras preguntas sobre sus puntos de vista conducen a los estudiantes a analizar su perspectiva o punto de vista personal, así como puntos de vista ajenos (de otras personas). Las preguntas de relevancia o importancia ayudan a nuestros estudiantes a discriminar lo que es y lo que no es importante en el tópico. Las preguntas de certeza toman en consideración la ausencia de errores en orden de evaluar y probar la veracidad de la información. Con nuestras preguntas de precisión estimulamos a los estudiantes a dar detalles y a ser específicos. Las preguntas de consistencia los obligan a examinar su pensamiento (y el pensamiento de otros) en busca de contradicciones. Finalmente, nuestras preguntas de lógica conducen a los estudiantes a considerar la manera en que están juntando diferentes ideas, esto es, a considerar la totalidad de su pensamiento para asegurarse de que todo haga sentido. ~ Relevante para todas las áreas de contenido y niveles, este valioso instrumento incluye una extensa colección de preguntas con sobre 3,000 preguntas divididas en más de 80 categorías. Preguntas, preguntas y más preguntas para planificar y enriquecer nuestras lecciones, desarrollar el pensamiento crítico, evaluar el aprendizaje y retar a los niños. Si existe un recurso que todo maestro debe tener en su biblioteca personal para fácil y rápido acceso, «Tu banco de preguntas» es ese recurso. Mira este extenso contenido:

Sección 1. Introducción

La manera en que pensamos es la manera en que preguntamos

  • Las tres maneras principales de pensar

¿Y para qué la pregunta? La importancia de crear la cultura de hacer preguntas en nuestros salones de clases

Beneficios de hacerles preguntas a nuestros estudiantes

Elementos y características de la buena pregunta

Tipos de preguntas

  • Los 11 tipos de preguntas

Taxonomías y modelos

  • Taxonomías (descripción y clasificación) de los cuatro tipos
  • La taxonomía de Bloom
  • La guía y taxonomía de Marzano
  • La taxonomía de verbos útiles de Marzano
  • Los cuatro tipos de Ciardello
  • La casa de preguntas de Costa
  • El modelo de indagación
  • El modelo Socrático

Estrategias generales para hacer preguntas efectivas

Cómo responder a las respuestas que los estudiantes nos dan

Animando a los estudiantes para que contesten preguntas en clase

Cómo manejar las preguntas de nuestros alumnos

Cuando nuestros alumnos no hacen preguntas ― Alentándolos a preguntar

Modelando el proceso de crear preguntas

  • Ideas adicionales

Enseñando a nuestros estudiantes a contestar sus propias preguntas ― Dos modelos

  • Sugerencias adicionales

Sección 2. Las preguntas

Lo que nuestras preguntas significan para los estudiantes

Banco de preguntas

Preguntas, preguntas y más preguntas para planificar y enriquecer nuestras lecciones, desarrollar el pensamiento crítico, evaluar el aprendizaje y retar a los niños

Construir conocimiento

  • Preguntando para que los estudiantes desarrollen perspicacia o agudeza mental
  • Preguntando para que los estudiantes reflexionen o consideren las cosas más detenidamente
  • Preguntando para estimular el aprendizaje activo
  • Preguntando para que el estudiante regule su propio aprendizaje (metacognición)
  • Preguntando para que el estudiante aprenda a monitorear (supervisar) la información
  • Preguntando para que el estudiante aprenda a pensar críticamente (Quién, Qué/Cuál, Dónde, Cuándo, Cómo, Por qué)

Comprensión lectora/ficción

  • Preguntando para recolectar los datos o la información
  • Preguntando para reconocer los elementos básicos de la historia
  • Preguntando para entender a los personajes de la historia
  • Preguntando para clarificar la trama
  • Preguntando para entender al autor
  • Preguntando para conectar con la historia
  • Preguntando para obtener reacciones personales de los estudiantes
  • Preguntando para que los estudiantes consideren la historia más detenidamente
  • Preguntando para que los estudiantes inventen e imaginen

Comprensión lectora/no ficción

  • Preguntando para evaluar el conocimiento previo de los estudiantes
  • Preguntando para sondear o palpar el entendimiento básico y la preparación de los estudiantes
  • Preguntando para sondear o palpar conocimiento más profundo
  • Preguntando para entender el texto y su estructura
  • Preguntando para entender la estructura del párrafo
  • Preguntando para aclarar la información
  • Frases introductorias para alentar a los estudiantes a explorar ideas nuevas
  • Preguntando para entender las ideas principales
  • Preguntando para comprender significados más profundos
  • Preguntando para entender la intención o el propósito del autor
  • Preguntando para inspirar el pensamiento de los estudiantes más allá de sus suposiciones y opiniones (pensamiento profundo o crítico)
  • Preguntando para que los estudiantes imaginen
  • Pidiendo más evidencia
  • Preguntando por clarificación
  • Preguntando para elaborar o extender la información
  • Preguntando para comparar la información
  • Preguntando para agrupar elementos relacionados en el tiempo
  • Preguntando para establecer causa y efecto
  • Preguntando para que los estudiantes aprendan a deducir o extraer conclusiones
  • Preguntando para hacer inferencias
  • Preguntando para hacer predicciones
  • Preguntando para conseguir una mejor respuesta del estudiante
  • Preguntando para conectar el todo con sus partes
  • Preguntando para resumir la información
  • Preguntando para redirigir a los estudiantes
  • Preguntando para evaluar la información
  • Preguntando para analizar (separar en sus partes) la información
  • Preguntando para establecer relaciones
  • Preguntando para reorganizar la información
  • Preguntando para reenfocarlos
  • Preguntando para sintetizar la información
  • Preguntando para conectar con el texto
  • Preguntando para estimular el pensamiento crítico y analítico de los estudiantes
  • Preguntando para que los estudiantes desarrollen su pensamiento reflexivo
  • Preguntando para que los estudiantes desarrollen su razonamiento ético
  • Preguntando para investigar las expresiones y referencias del autor
  • Preguntando para desarrollar el pensamiento sintópico/la lectura sintópica en los estudiantes
  • Preguntando para obtener reacciones personales de los estudiantes
  • Preguntando para capacitar a los estudiantes en toma de perspectivas
  • Preguntando para que los estudiantes aprendan a defender/refutar sus propias ideas o las ideas de otros
  • Preguntando para enseñar a los estudiantes a trabajar juntos
  • Preguntando para desarrollar el pensamiento creativo de los estudiantes

Preguntas de ciencias

Preguntas de estudios sociales

Preguntas de ciencias/estudios sociales

Preguntas de matemáticas

  • Preguntando para ayudar al niño a salir de un tranque o bloqueo mental
  • Preguntando para que el niño se organice y siga los pasos necesarios (en el orden correcto) para solucionar problemas verbales
  • Preguntando para alentar a los niños a perseverar
  • Preguntando para que los estudiantes aprendan a aplicar la información
  • Preguntando para que describan y expliquen patrones y propiedades
  • Preguntando para ayudar a los estudiantes a predecir, inventar e imaginar matemáticamente
  • Preguntando para hacer conexiones entre ideas y aplicaciones matemáticas
  • Preguntando para que los estudiantes aprendan a razonar matemáticamente
  • Preguntando para que los estudiantes, de manera colectiva, les cojan sentido a las matemáticas
  • Preguntando para motivar a los estudiantes a que hagan conjeturas o suposiciones
  • Preguntando para alentar a los estudiantes a reflexionar sobre su trabajo matemático
  • Preguntando para que los estudiantes aprendan a conectar su trabajo matemático, incluyendo ideas y aplicaciones
  • Preguntando para cerrar la lección
  • Preguntando para evaluar el progreso de los estudiantes

Aprendizaje social-emocional

  • Preguntando para enseñar a los estudiantes a establecer metas
  • Preguntando para que los estudiantes desarrollen empatía y para profundizar las relaciones entre alumnos
  • Preguntando para que los estudiantes desarrollen su inteligencia emocional
  • Preguntas y frases para empatizar (participar afectivamente) con nuestros estudiantes
  • Preguntas y frases para que los docentes aprendamos a empatizar con un estudiante estresado (autoreflexión)

Apéndice A. Sugestiones para mejorar nuestro estilo al preguntar

Apéndice B. Alternativas a « ¿Tienen alguna pregunta?»

 

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