Intervenciones para enfocar al estudiante desatento
Generalmente hablando, todos nuestros estudiantes se benefician cuando entienden que oír y escuchar son dos conductas diferentes, y que, al igual que leer y escribir, «saber escuchar» es una importante destreza académica que ellos pueden desarrollar. Nuestros estudiantes también tienen que tener en cuenta la manera en que sus pobres hábitos de escucha influyen negativamente en su aprendizaje. Los niños con problemas de atención, en particular, se benefician de recibir un enfoque escalonado (gradual) y en andamios (con apoyos adicionales para construir una “armazón” más fuerte), todo esto a su vez presentado al niño a través de estrategias de aprendizaje específicas que lo ayuden a desarrollarse como un oyente activo y estratégico. Algunas cosas que los maestros podemos hacer para ayudar al estudiante desatento siguen.
Ayudar al estudiante a que le preste atención a información auditiva específica o a las palabras claves
Los maestros podemos dar apoyo auditivo adicional a los estudiantes con simplemente exagerar o cambiar nuestra inflexión o entonación (el tono de la voz o su modulación), la velocidad y el volumen de nuestra voz en el momento exacto en que estamos presentando datos claves o importantes. Por ejemplo, cuando queremos que los niños noten información específica, de manera moderada pero notable aumentamos o cambiamos el volumen de la voz, o cambiamos la velocidad que usamos (hablando más rápido o más lento) en comparación con el resto de la información.
Ayudar al estudiante a distinguir entre la información más importante y lo menos importante
La primera vez que traemos un concepto o introducimos una idea a la clase, esa nueva información debe presentarse a los estudiantes de manera más lenta en comparación a cuando hablamos de conceptos que ya son conocidos por los niños. Debemos enfocarnos en la información que es esencial para que el niño entienda esa información o ese concepto. Otra información que no sea relevante, o que el estudiante no necesita para entender el material nuevo o el nuevo concepto, simplemente la eliminamos o la dejamos para discutirla más tarde.
Decidir por anticipado lo que queremos que el estudiante aprenda de la lección, entonces le decimos al niño exactamente lo que estamos esperando que él/ella recuerde.
Directamente identificamos los puntos importantes de la lección, por ejemplo, «Estas son las tres cosas que necesitas recordar…».
Enseñar al estudiante a establecer prioridades, por ejemplo, haciendo una lista que va desde lo más importante a lo menos importante.
Para ayudar a los estudiantes a enfocarse, podemos usar pistas o señales auditivas como un aviso de que vamos a decir algo importante. Por ejemplo, decir: «Esto viene en el examen» o «Escuchen ahora. Esto es importante».
Organizar la información de manera verbal, por ejemplo, «Primero…, segundo… y ahora lo más importante…».
Dividir el material complejo (múltiples ideas o diferentes pasos) que el niño tiene que escuchar en partes más pequeñas y más fáciles de manejar
Usar números o pasos.
Reducir la cantidad de información verbal que presentamos de una sola vez. Podemos dividir una lección larga en dos o más minilecciones, de manera de presentar la información en trozos más pequeños y «más fáciles de tragar».
Partir la lección por la mitad. Por ejemplo, en lugar de discutir las siete religiones principales en una sola clase las dividimos en cuatro y tres, presentadas en dos secciones.
Presentar la información oral reducida a trocitos o pedacitos. Ejemplos:
- ¿Qué dijo el personaje principal, Ana, que desilusionó a Vicente: ________ o ________?
- ¿Puedes descifrar quién rompió la ventana de la abuelita: ________, ________ o ________? ¿Cómo lo sabes?
- ¿Cuál tú crees es la idea principal de este artículo: ________, _________ o ________?
El estudiante puede reducir la cantidad de información que necesita recordar al organizarla en categorías. Por ejemplo, naranja, manzana, apio, banana, zanahorias, piña, espinacas y remolacha son más fáciles de recordar cuando las categorizamos bajo cuatro frutas (naranja, manzana, banana y piña) y cuatro vegetales (apio, zanahorias, espinacas y remolacha).
Para ayudarlo a mantenerse enfocado, de manera explícita lo «mudamos» de una tarea o tópico al siguiente (la transición armoniosa). Aquí decimos: «Muy bien. Ya terminamos con esto. Ahora nos movemos a…».
Directamente hablar con el estudiante sobre la destreza de escucha activa
Es importante que nuestros estudiantes tomen conocimiento de esas conductas que obstaculizan su habilidad para escuchar con propósito y significado, a su vez, inhibiendo su aprendizaje. Entre este tipo de conducta encontramos: moverse excesivamente, juguetear con algo, distraerse con otros ruidos o con otras cosas que ve, simular o dar la impresión de que está escuchando cuando en realidad está pensando o distraído con otra cosa, soñar despierto y pretender que está leyendo, mirando fijamente al libro o a su lectura.
Asegurarnos de que nuestros estudiantes entiendan que escuchar es un proceso activo y con un propósito. La escucha activa tiene la meta o la intención de escuchar para entender algo, le presta atención a las ideas principales, le presta atención a los detalles, sigue la secuencia de ideas del que está hablando, le presta atención a las palabras que indican una transición y le presta atención a esas pistas o señales que ayudan a aclarar el significado de lo que se está hablando.
Enseñarle al niño estrategias específicas para escuchar activamente
Algunas de las estrategias que podemos discutir con nuestros estudiantes son:
- Mirar al orador o a la persona que está hablando.
- Prestarle atención a las expresiones faciales de la persona que está hablando, a sus gestos y al tono de su voz para ayudarnos a aclarar lo que nos está diciendo.
- Como un eco, repetir en nuestra mente lo que acabamos de escuchar.
- Mentalmente parafrasear (decir en nuestras propias palabras) lo que la persona acaba de decir.
- Preguntarnos mentalmente: « ¿Estoy entendiendo esto?». Podemos hacer preguntas al maestro o podemos escribir nuestras preguntas cuando nos sentimos confundidos.
- Mentalmente (o por escrito), hacemos un resumen de los puntos principales en esa lección (1, 2, 3…).Otras opciones que tenemos para resumir son: escribir un bosquejo, completar un diagrama tipo araña, completar una tabla o hacer un boceto.
Asegurarnos de que nuestros estudiantes entiendan que escuchar con atención no se trata de memorizar lo que escuchamos palabra-por-palabra. No es necesario que escuchemos, entendamos y recordemos cada palabra que sale de los labios del que habla. Una de las destrezas más importantes que los niños pueden aprender en la escuela es a escuchar por significados, recordando la información clave o la información más importante.
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