Importantes principios psicoeducativos que nos ayudan a mejorar las conductas disruptivas en el aula
En psicoeducación creemos que cambiar las conductas disruptivas de los estudiantes debe ser, primero que todo, un proceso de aprendizaje para los niños. Para ser efectiva y duradera, las estrategias que los maestros usamos para enseñar nuevas y mejores conductas a los niños debe incluir importantes aspectos cognitivos (pensamiento y actitudes), afectivos (sentimientos y emociones) y conductuales o de comportamiento. Los maestros que seguimos principios psicoeducativos a su vez creemos que todos los individuos, a todas las edades, elegimos o seleccionamos aquello que queremos hacer; la conducta no elige al individuo, el individuo elige su conducta. Elección o selección siempre implica control; conducta que seleccionamos es conducta que controlamos. Porque creemos firmemente que nuestra conducta es nuestra selección, también creemos que todos los niños, incluyendo a niños con pobre autocontrol, pueden aprender nuevas y mejores maneras de comportarse. Un principio fundamental en el modelo psicoeducativo es: conducta que controlamos es conducta que podemos cambiar. Esta poderosa idea nos anima y nos fortalece durante nuestro exhaustivo y retador día de trabajo. Ahora nuestro desafío mayor consiste en inspirar a nuestros estudiantes con problemas recurrentes de conducta a que también lo crean.
- «Un solo tamaño no ajusta a todos por igual». Para tener éxito en modificar la conducta de un estudiante típicamente disruptivo los maestros necesitamos reconocer y entender al individuo que existe en cada niño. Las necesidades sociales y emocionales de cada alumno son particulares para ese alumno; en otras palabras, esa técnica disciplinaria que tanto nos gusta porque produjo tan buen resultado con Rubén no necesariamente va a generar el mismo resultado en Manuel. Esto nos obliga a ser originales y creativos.
- Mensajes positivos con expectativas altas producen conductas positivas. Crítica negativa con expectativas bajas producen respuestas (conductas) negativas. Lo que anticipamos es lo que recibimos.
- La calidad de nuestras interacciones con nuestros estudiantes depende enteramente de los mensajes que les comunicamos. Para relaciones rehabilitadoras y que promueven conducta positiva en los niños tenemos que usar lenguaje positivo; no existe otra manera.
- Con el simple hecho de cambiar nuestros mensajes a los estudiantes ―de crítica y cuestionamiento a apoyo y optimismo― logramos mejorar la atmósfera del salón y tenemos mayor control de nuestra clase.
- Cambiando la manera como respondemos a los intercambios tirantes y a las conductas alteradas logramos cambiar la atmósfera del salón.
- Algunas veces, sentir rapport (afinidad) hacia determinado estudiante ocurre de manera natural y espontánea, pero en la mayoría de las ocasiones, establecer y consolidar rapport con un estudiante típicamente alborotado es algo que tenemos que crear.
- Respondiendo de manera diferente a las conductas fuera de orden en el salón nos ayuda a sentir que tenemos el control. Controlamos la situación cuando somos nosotros, no los estudiantes, los que decidimos como vamos a actuar. Nuestro mayor poder es el poder de sentirnos retados, no amenazados, mucho menos intimidados, ante estos sucesos.
- Los maestros diestros en psicoeducación perciben las conductas disruptivas como una oportunidad para ayudar al estudiante a desarrollar maneras más útiles y productivas de pensar, sentir y actuar.
- Un estudiante disruptivo actúa sobre su conducta, pero ese estudiante NO es su conducta. Toda conducta es una acción, no una característica de personalidad ya fija en el estudiante. En otras palabras, la conducta es el problema, el estudiante no es el problema. Como toda acción o actuación, toda conducta inadaptada o disruptiva puede cambiar.
- Cuando acentuamos los mejores atributos y las cualidades positivas de los estudiantes los maestros nos convertimos en entes inspiradores y motivadores. No lo pongan en duda, en nuestras interacciones diarias con los niños los maestros tenemos un enorme poder: el poder de inspirarlos. Inspirándolos y motivándolos aceleramos el desarrollo social y emocional de nuestros estudiantes. No existe nada más alentador para un niño con problemas recurrentes de conducta que escuchar de un adulto significativo estas palabras: «Yo creo en ti y creo en tu capacidad y en tu habilidad para mejorarte a ti mismo. ¿Cómo te puedo ayudar?».
- Podemos enseñarles a los estudiantes con problemas recurrentes de conducta lo que ellos necesitan hacer para autoregularse y para autocontrolarse. Nuestras metas a largo plazo con estos estudiantes es el desarrollo de: entendimiento de uno mismo, autodirección y autocontrol.
- A mayor entendimiento de uno mismo y mejor habilidad para tomar decisiones inteligentes, mayor es la habilidad de un individuo para autoregularse. Fíjense que estas son cualidades intrínsecas o internas del individuo, y son fundamentales para la buena conducta en nuestros niños. La conducta positiva y constructiva no debe depender ni de controles ni de refuerzos externos.
- Todos nuestros estudiantes poseen recursos internos, destrezas y habilidades que les son útiles para autocorregirse. El rol del maestro es identificar los recursos que el estudiante ya posee, aliándose con el niño para, juntos, combatir un enemigo en común: la conducta disruptiva.
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